lunes, 13 de enero de 2014

añoranzas

ni ganas tengo de escuchar, mis palabras,
mis lamentos, mis quejidos, las angustias
que rompen y me doblan la espalda.

Las crueles enseñanzas se acumulan
en girones destrozados de mi piel,
la negritud de los sentidos, de las
                                perdidas nunca llegadas.

¡Cuanto esperar para cuento morir!
¡Calla! claman los ángeles, inclementes inmisericordes
¿cuál es vuestro dolor? ¿cuál vuestra injusticia?
pues dejarme a mi llorar y maldecir
hacia lo mas alto, lo mas eterno, lo mas dolido.

renegando del amor, del inventivo ¡Incluso de la duda!
dejarme desear lo indesado, el miedo por oprimido
la verguenza por el camino, el todo odiado
al todo redimido, a la insensatez de lo escrito
a lo dolido por lo pensado, al estar y no saber ser.

Al final, al final no queda mas que el principio.
Añoranzas finales de niño perdido.